Música del mes

jueves, 3 de enero de 2008

Primer experimento: Hagamos un cuento

Vamos a intentar hacer un cuento con las aportaciones de los visitantes del blog. Seguro que esto ya se ha intentado muchas veces (iván de "el rincón del blogodependiente", esta haciéndolo o ha hecho algo parecido). Lo que yo propongo es que partiendo de un párrafo inicial se vayan añadiendo párrafos por los siguientes colaboradores y así hasta llegar a un final. Como única regla que debemos respetar es la de no injuriar a personas. En principio las aportaciones no se van a moderar con lo que pasarán directamente al relato, no obstante este criterio podrá ser revisado más adelante si se considera conveniente.

Para empezar voy a utilizar un ejemplo puesto por nuestra compañera bloguera Zuppi, autora de una estupenda novela, publicada este año en la editorial Nuevos Autores, que tiene el mismo título que su blog "La vidriera irrespetuosa" y que en una de sus entradas "Vamos a contar mentiras" propone. Así pues, empezamos:

"A María, el sonido del piano de su abuela le recordaba el primer verano en que se enamoró. "

5 comentarios:

Iván dijo...

Me apunto, me apunto. Aquí va mi aportación. Un pequeño "flashback" en primera persona.

-Tócala más despacio -le dije a aquel chico imberbe imitando a Humphrey Bogart. Él obedeció-. Me encanta esta canción. La he debido de escuchar en algún sitio.
-En un anuncio de publicidad -dijo mirándome con una sonrisa. Sus manos acariciaban las teclas del piano con la suavidad de un amante experimentado. Como deseé tenerlas sobre mi piel-. Anunciaba preservativos.
La idea de los profilácticos surcó mi mente adaptándose como un guante a mis pensamientos. Mis labios se empeñaron en materializarlos con palabras pero mi vergüenza me lo impidió. Volvió a mirarme hasta derretirme los ojos y entonces me aventuré. Sus dedos continuaban deslizándose por el teclado.
-Supongo que guardarás alguno en tu mesita de noche.

Anónimo dijo...

-No digas memeces. Y deja ya de aporrear el piano. Cuando mi abuela lo tocaba, las notas flotaban en el aire y se desintegraban suavemente. Subían hasta mi cuarto como de puntillas. Me obligaban a dormir la siesta. Pero yo no dormía. Pensaba.
-¿En quién?
-En tí, no, desde luego. Aún no te conocía. Era un amor imposible. Me había enamorado de un seminarista.

Adolfo Conesa dijo...

- ¡Serás... viciosa! Te creía más respetuosa con las normas establecidas.
- Para el corazón no hay normas. Sobretodo cuando eres muy joven. La imaginación y el instinto son las fuerzas que dirigen tu vida y tus sentimientos. Él era guapo e divertido. Le gustaba la música igual que a mí.
- ¿Cómo lo conociste?
- Es una larga historia ...

Antonio Ruiz Bonilla dijo...

Así que otro día con menos tiempo que perder te la contaré.
Fin. Un saludo

Adolfo Conesa dijo...

La mañana era esplendida. El sol brillaba pese a ser el mes de febrero. Solamente a las orillas del Mediterráneo resulta fácil disfrutar de este tiempo en pleno invierno. No podía quedarme en casa. Rápidamente desayune, me duche y eche mano del fondo de armario, de mi habitación de la casa de playa de mi abuela, para vestirme adecuadamente. Tenía que llevar varias capas de ropa que me permitieran adaptarme a las distintas situaciones. Incluyendo la manga corta, por si me atrevía a disfrutar del sol.

Sonó mi móvil. Era él otra vez. Dude si contestar o no.